DÍA 15. Conferencia "Con la comida no se juega". Visionado del corto "dos tomates, dos destinos" y del anuncio "alimentos kilométricos".
“Resulta muy irónico que, mientras medio mundo se muere de hambre, la otra mitad esté a dieta.”
Esta afirmación, que, por desgracia, no se trata únicamente de una idea casual surgida de cualquier mente brillante, esconde tras de sí una amarga realidad cada día más presente en el mundo en que vivimos. La amarga realidad de un mundo en el que, mientras la mitad de la población pasa hambre a diario y muere en muchos casos por desnutrición, la otra mitad vive tirando comida a la basura y dominada por los efectos de una alimentación que cada vez se aleja más de ser sana, equilibrada o natural.
A lo largo de los últimos años, se ha ido estableciendo en todo el mundo un sistema que organiza y controla todo lo referido a la producción, compra y venta de productos. Poco a poco y sin que fuéramos demasiado conscientes, multinacionales y empresas se han ido apoderando de todos y cada uno de los ámbitos relacionados con el proceso productivo y adquisitivo. Estas empresas, además, han ido forjando un sistema de control total sobre todo lo que se produce, se compra, se vende, así como de capacidad de decisión sobre dónde, cuándo y a qué precios se hace. De este modo, el hambre se ha convertido en nuestra sociedad actual en un elemento de los que muchos hacen negocio y pretenden sacar el máximo partido posible. De este modo, no importa la cantidad de un determinado producto que se pueda producir, únicamente se lleva al mercado una cantidad previamente calculada que sea adecuada para controlar la venta y poder mantener el precio deseado. Siendo el mundo un lugar en el que millones de personas pasan hambre a diario, resulta una aberración que los países más desarrollados se deshagan de grandes cantidades de excedentes productivos porque es lo que interesa en el negocio, pero es la triste realidad. Cada día kilos de productos alimenticios son tirados y destruidos en los países desarrollados mientras miles de personas mueren de hambre, tanto en los subdesarrollados como en los que no lo son. Y esto no es más que el principio de las incoherencias llevadas a cabo por un sistema insensibilizado en el que lo que manda, incluso por encima de la salud, es el dinero.
Por otra parte, este sistema productivo es un sistema dominado por grandes multinacionales con miles de sucursales extendidas por todo el mundo y que tienen a su cargo a millones de empleados de muy distintas categorías. Sin embargo, a pesar de la amplia cobertura de dichas empresas, ocurre, como siempre, que los ingresos en estas están en ellas completamente descompensados y repartidos de manera totalmente injusta. Así, la mayor parte de los ingresos obtenidos por la producción y venta de productos, acaba en manos de tres o cuatro poderosos mayoristas que son los que controlan todo el proceso y que no llevan a cabo prácticamente ninguna acción más que controlar y organizarlo todo. Algo menos de dinero, pero no poco tampoco, se llevarían los minoristas, dedicados a la venta de los productos. Por debajo estarían los intermediarios, encargados del transporte de estos. Y en último lugar estarían, contra toda lógica, los agricultores, ganaderos, etc. que han empleado gran cantidad de horas, esfuerzo, trabajo y dinero en producir las mercancías con las que luego se enriquecerán más que ellos todos los participantes del proceso. Es un hecho, además, que cada vez son más los productos traídos de lugares cada vez más lejanos que son cultivados por habitantes de zonas más subdesarrolladas en malas condiciones laborales y a cambio de muy bajos salarios. Salarios tan bajos que hace que incluso el tener que importar los productos de lugares muy lejanos acabe siendo rentable y conlleve el triunfo de los productos extranjeros frente a los locales. Este hecho también queda en el video “alimentos kilométricos” incluido en esta web, en el cual se denuncia todo el daño y perjuicios que puede causar la importación de productos de proveniencia muy lejana.
Esto, sin embargo, no son más que dos mínimos ejemplos de las acciones llevadas a cabo por el sistema actual que nos deberían preocupar. Este total control sobre los productos que se venden acompañado de la búsqueda de cualquier método que permita disminuir los costes de producción y aumentar las ganancias, hace que los productos sean cada vez algo más artificial. Cultivados en invernaderos artificiales, obtenidos a partir de una producción en masa, modificados y alterados de todas las maneras posibles, las empresas buscan obtener productos cuyo coste productivo sea más barato, al tiempo que sus cualidades son “mejoradas”. Se crean productos cada vez menos naturales que son más grandes, tienen una forma más perfecta, son más uniformes, tienen otro color. Se crean productos que no caducan en un largo periodo de tiempo, que vienen ya precocinados, que están compuestos por miles de ingredientes nada beneficiosos para la salud. Este hecho se ve denunciado en el video incluido en esta página web “dos tomates y dos destinos”. Este video se trata de una historieta cómica protagonizada por dos tomates, los cuales asisten a una cita. Se establecen, a modo de elemento cómico, relaciones entre cada tomate y n tipo de persona. Así, el tomate natural representa el papel de persona rural proveniente del pueblo que no ha salido nunca a ver el mundo y que apenas tiene estudios. El otro, el tomate artificial, se presenta como una persona de ciudad, culta, educada y refinada, que ha viajado por el mundo y posee buenos estudios. Durante todo el video se establecen comparaciones entre la vida de los seres humanos y el proceso llevado a cabo para producir cada uno de los tomates. Finalmente, el cortometraje hace referencia al hecho de que lo que más diferencia a un tomate de otro y lo que más podemos notar nosotros es el sabor, siendo el del natural mucho mejor. Reivindica así el sabor y lo saludable de lo tradicional y lo natural frente a lo de lo artificial.
Aparte de crear productos cada vez más modificados y artificiales, se crean también otros de comida rápida, precocinados, deshidratados, en polvo, etc. que ahorran a la población actual un tiempo que hoy en día no tiene, pero que en el pasado se empleaba para cocinar guisos caseros repletos de nutrientes naturales que les aportaban las vitaminas, proteínas, hidratos etc. que los seres humanos necesitamos, sin convertirles en víctimas de los azúcares añadidos, las grasas saturadas o el colesterol. De este modo, nuestra dieta se aleja cada vez más de las dietas tradicionales ricas en vitaminas proteínas y nutrientes naturales. Cada vez ingerimos más alimentos artificiales y menos sanos. Cada vez nos vamos alejando más de los guisos, las verduras, las carnes, los pescados y todas esas comidas tradicionales que han sido la base de alimentación de nuestros antepasados, para consumir más comida basura, más alimentos precocinados, más comida rápida, dulces, grasas saturadas, etc.
¿Qué podemos hacer ante esta avalancha de productos artificiales que dominan el mercado y se han convertido, no solo en la base, sino en algo que afecta a todos los ámbitos de nuestra alimentación? ¿Qué podemos hacer además para que la distribución de las ganancias que produce la venta de productos deje de ser tan desigual y no vaya a parar la mayor parte a manos de mayoristas e intermediaros que apenas invierten esfuerzo en la producción? ¿Cómo evitar también la importación masiva de productos extranjeros cultivados en lugares muy lejanos en unas condiciones de trabajo desfavorables?
Una posible solución existente hoy en día son lo que denominamos asociaciones y establecimientos de comercio justo. En estos, se llevan a cabo compras y ventas de todo tipo de productos que han sido cultivados de manera completamente natural y no han sido modificados genéticamente. Además, el precio de estos productos está directamente destinado a los agricultores que los han cultivado. Bien es cierto que el precio de los productos con los que aquí se comercia puede ser más elevado debido a que su producción ha sido más costosa o a cualquier otro motivo, pero si nos paramos a reflexionar sobre la situación actual del comercio en el mundo llegaremos a la conclusión de que frecuentar este tipo de establecimientos y realizar aquí nuestras compras puede ser algo muy beneficioso, tanto para nuestra salud personal, como para la justicia y la igualdad a un nivel más extenso. Así mismo, este acto puede parecer insignificante, pero cuanta más gente concienciada haya, cuantas más personas quieran cambiar el mundo y tomen este tipo de decisiones, más cerca estaremos de acabar con este sistema completamente absurdo, insensibilizado, injusto, desigual e inmoral que nos tiene completamente sometidos y dominados a sus caprichos.
Elena Bernaldo de Quirós Lalinde